Francisco desapareció el 21 de marzo sobre las cuatro y media de la tarde. Estaba con un amigo jugando a la PlayStation en la casa que tenía alquilada en el distrito de Hortaleza cuando le dijo que iba a bajar un rato y que enseguida subía. El amigo se quedó en casa esperándole, pero nunca llegó.
Francisco salió en torno a las seis de la vivienda en compañía de un segundo amigo. En el portal se separaron y cada uno tomó una dirección. Nadie sabe hacia dónde se dirigió. Solo informó a su compañero de videoconsola de que se iba y volvería en una hora porque tenía que hacer un asunto.
Su familia no ha parado de buscarle, pero tienen claro que probablemente Francisco no esté con vida. Al parecer, tenía malas compañías que podrán justificar su desaparición. Salió de casa sin documentación, cartera, tarjeta sanitaria ni DNI. Lo único que llevaba encima eran las llaves de casa y el móvil. "Tanto tiempo él jamás se hubiera ido de su casa, dejando sus perros ahí abandonados".
La policía y la familia le han buscado y se han reunido muchas veces, pero el juez ha archivado el caso de manera provisional. Uno de los problemas por el que la investigación no avanzó es que el juez no permitió acceder a la actividad del teléfono de Francisco y a la geolocalización.
Están convencidos de que no desapareció voluntariamente y no descartan que alguien haya podido retenerle contra su voluntad. Juani, su madre, pide que se reabra la investigación y, aunque no tiene esperanza de encontrar a su hijo vivo, quiere encontrar su cuerpo. "Estoy tomando antidepresivos, ansiolíticos, pastillas para dormir y, bueno, mal, muy mal", declara.