El veto impuesto por los talibanes a las trabajadoras en organizaciones no gubernamentales ha dejado al sector humanitario en Afganistán sumido en la incertidumbre, afirmaron a EFE varios organismos este lunes, mientras ONG internacionales anuncian su salida del país.
Save the Children, CARE y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) informaron ayer en un comunicado conjunto de la suspensión de sus programas en Afganistán, una medida adoptada también por el Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés).
Pero muchas otras organizaciones permanecen indecisas, a la espera de que se pronuncie el Organismo Coordinador de Agencias para la Ayuda Afgana (ACBAR), formado por un centenar de organizaciones afganas y 83 internacionales.
"Por ahora, algunas de las ONG internacionales han detenido sus actividades en el país, aunque estamos pendientes de adoptar una decisión final en coordinación con el ACBAR y todas las ONG en el país", dijo a EFE el coordinador del organismo, Zukrullah Sayees.
El director para el sureste de Afganistán de la CARE Internacional, Abdul Malik Muslim, afirmó a EFE que "la alta dirección nos ha recomendado que nos quedemos en casa".
"Todavía no está claro si volveremos a la oficina o no, pero todas las ONG están esperando una decisión conjunta del ACBAR", señaló.
El Gobierno de los talibanes emitió el pasado sábado una orden dirigida a todas las ONG que operan en el país solicitando la suspensión de sus empleadas, por considerar que no están cumpliendo con las leyes islámicas al no usar velo.
El Ministro de Economía de los talibanes, Qari Din Mohammad Hanif, amenazó con cancelar las licencias de las organizaciones que no obedezcan la orden.
La prohibición llega días después de que los talibanes excluyesen a las mujeres de la universidad, extendiendo así la prohibición a la educación secundaria femenina impuesta desde que los fundamentalistas llegaron al poder en agosto de 2021.
Desde entonces, las mujeres han experimentado cómo sus derechos se reducían en Afganistán con restricciones como la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del velo o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.
La realidad que viven las afganas a día de hoy se asemeja cada vez más a la época del primer régimen de entre 1996 y 2001, cuando en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.