Una de las consecuencias de la pandemia de coronavirus es que se han incrementado en un 50 por ciento los casos de niños y adolescentes que solicitan ayuda a los servicios especializados madrileños a causa de su dependencia a los teléfonos móviles.
Esta semana vamos a ofrecerles las claves para entender por qué los teléfonos móviles resultan tan adictivos en edades tempranas.
Establecer límites
Debi Uranga dirige el servicio de Atención de Adiciones Tecnológicas de la Comunidad de Madrid. En 2020 atendieron el doble de jóvenes que al abrir sus puertas en 2018. La pandemia ha disparado la adición al móvil en adolescentes, aunque ya era una tendencia al alza. “Provienen de familias que tienen grandes dificultades en establecer límites”, dice Uranga.
Marc Masip abrió en 2012 en Cataluña el primer centro especializado de adición al móvil que se llama ‘Desconect@’ y acaba de inaugurar un segundo centro de día en Madrid que también es colegio. “Centros como el nuestro es normal que cada vez estén más llenos. Estamos empezando a ver el conflicto de la adición al móvil a partir de los 10 años”, señala.
Masip es miembro del Consejo de Asesores de la Comunidad de Madrid y dice que “somos el país con más móviles junto a la ciudad de Singapur”.
El síndrome de las tecnologías
Uranga explica que los móviles son tan adictivos para los jóvenes porque “las tecnologías tienen un síndrome que es el de la pérdida de la noción del tiempo”. “Los chicos tienen todo en su teléfono”, señala Masip. Por eso cuando tienen que prescindir de él “se produce una sensación de angustia y de vacío”.
Señalan que es importante que madres y padres eviten el camino de ir a sus hijos y decirles que tienen un problema, porque los responsables son los padres.