El pueblo de Grisaleña, un pequeño municipio de Burgos ha puesto en marcha una iniciativa muy curiosa. El pueblo tiene 35 habitantes y ha decidido crear un registro, atención, del olor corporal de sus vecinos. Dicen que, así, si alguno se pierde o sufre un accidente, será más rápido activar un dispositivo de búsqueda con perros.
En un armario del ayuntamiento se esconde el secreto mejor guardado de Grisaleña, “somos pioneros en tomar muestras de olor”, información olorosa de los vecinos que se recoge y codifica con un procedimiento tan sencillo que únicamente requiere utilizar una gasa.
Después se guarda en botes estériles y estancos, una idea que surgió hace un año al ver que en un municipio cercano la unidad canina era clave para localizar a la vecina perdida. El resultado es un banco de olor que sobre todo da tranquilidad a vecinos como Nerea, la madre del único niño de este pequeño municipio que asegura que “hay pozos en los que pasa gente rara”.
Una incitativa que ha tenido una acogida inmejorable y aunque además se podría exportar a otros municipios, además creen que podría ser de utilidad para aquellos lugares donde se encuentran personas vulnerables.