Es la voz del dolor. De una víctima de los atentados del 11-M. Perdió a su hija en uno de los trenes que nunca llegó a su destino. Es una de las tantas voces que, en sólo unas horas, recordarán a sus seres queridos. Este lunes se cumplen 15 años del peor atentado terrorista en nuestro país. Ocurrió el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Varias bombas colocadas en trenes de Cercanías provocaron 193 muertos.
34 perecieron en el tren que explotó en la estación de Atocha; 63 en el que lo hizo frente a la calle Téllez; 65 en el de la estación de El Pozo; 14 en el que estaba en la estación de Santa Eugenia y 16 en diferentes hospitales, la última en 2014 tras permanecer en coma diez años. Más de 1.800 viajeros resultaron además heridos.
Todo ocurrió veintiún minutos antes de las ocho de la mañana. Tres bombas estallaban en un tren que llegaba a Atocha. Otras siete lo hacían después en otros convoyes aquel 11 de marzo de 2004, el día de la mayor acción terrorista de España, que inundó de solidaridad el país y también lo sacudió a tres días de unas elecciones.
Quince años después, nadie duda de que las fuerzas de seguridad, servicios de emergencia y también la ciudadanía respondieron con creces a la mayor emergencia que hasta el momento había sufrido España, un antes y un después en la respuesta a un atentado y en la lucha contra un terrorismo que veíamos lejano, más acostumbrados a combatir a ETA.
Del 11-M quedarán imágenes colectivas como las de decenas de vecinos en pijama auxiliando a los heridos, autobuses convertidos en improvisadas ambulancias y cientos de ciudadanos que dejaron su trabajo o sus clases en la universidad para donar sangre.