El desabastecimiento y el encarecimiento de las materias primas han hecho que el 40% de las constructoras se hayan visto obligadas a paralizar o cancelar obras, según la Confederación Nacional de la Construcción.
Este escenario, al que además se une el encarecimiento de la luz, está generando una situación difícil para todos, no sólo grandes empresas, sin también pequeñas y autónomos. Así, el propio precio de esas obras crece alrededor de un 22%. Y claro, los afectados finales, los consumidores, ven incrementado el presupuesto para hacer reformas.
El precio del combustible ha subido, los almacenes se han quedado sin stock, y de ese modo se están retrasando los plazos de entrega y ejecución. En el caso de la madera, el cristal o el aluminio, el precio se incrementado un 30%. En el caso del hierro, la subida llega al 100%. Con esta "tormenta perfecta", las empresas de reformas han tenido que repercutir estos incrementos en sus presupuestos, que ya sólo dan a dos semanas vista, puesto que no asegura poder mantenerlos ante la incertidumbre del momento.