Cristiano Ronaldo es claro candidato a batir un nuevo récord. Con un gol frente a Uruguay, el portugués sumaba nueve tantos en Mundiales, igualando a Eusebio y siendo ambos los máximos goleadores de la selección en un campeonato de este calibre.
Pero la tecnología le ha quitado la razón al luso. Y es que el balón del Mundial tiene en su interior un chip que determina el autor del último impacto. En este caso, no fue CR7 y sí su compañero Bruno Fernandes. Aún así, lo celebró como suyo. Pero al final de partido, reclamó la autoría del gol.
El fútbol manda, pero la tecnología también tiene protagonismo. El sensor colocado en el esférico envía un paquete de datos 500 veces por segundo a la sala VAR. Así es cómo se detecta el momento exacto en el que se golpea el balón.
A esto se suman las cámaras situadas en los estadios, encargada del seguimiento de las extremidades de los jugadores. Esto emite una señal a la sala de vídeo para determinar si el atacante que recibe la pelota se encuentra en posición antirreglamentaria, cuando su compañero jugó el balón.