Francisco de Pablo Páez, de 33 años y vecino del madrileño barrio de Hortaleza, desapareció tras salir de su casa el pasado 21 de marzo. Se movía en el mundillo del menudeo de drogas y meses antes había sufrido un "vuelco" de casi 15.000 euros en cocaína.
Juani, su madre, denuncia que "no se ha investigado lo suficiente" y reclama que se autorice el análisis del móvil de su hijo.
Salió a resolver un asunto
Dos amigos fueron las últimas personas que vieron con vida a Francisco. Sobre las cinco de la tarde dijo que se iba a resolver un asunto y que en media hora volvería al piso en el que vivía de alquiler, donde se quedó esperándole uno de los amigos jugando a la videoconsola. Su móvil dejó de dar tono esa misma tarde y nadie ha vuelto a saber nada de él.
Su madre está segura de que no desapareció de forma voluntaria, ya que dejó a los dos perros a los que "amaba" en su piso y se fue sin documentación, sólo con su móvil y las llaves del domicilio, según relata a EFE.
Los investigadores de la Comisaría de Hortaleza han comprobado que en la cuenta bancaria de Francisco no hay rastro de movimientos desde el momento de su desaparición.
El único hilo del que ha podido tirar la Policía ha sido una cita médica en un centro de salud concertada a su nombre justo un mes después de perderle la pista. Sin embargo, la tarjeta sanitaria de Francisco estaba entre la documentación que le robaron junto a su coche a principios de marzo, por lo que alguien pudo pedir la cita en su nombre. Además, no se ha podido constatar la identidad de la persona que, de hacerlo, acudió al centro.
¿Dónde se apagó su móvil?
Ninguno de los tres Juzgados por los que ha pasado la desaparición -ahora en el de Instrucción número 37 de Madrid- ha autorizado el análisis de las llamadas entrantes y salientes del móvil de Francisco durante los días previos a su desaparición, y tampoco la geolocalización del lugar en el que se apagó el dispositivo esa misma tarde. Argumentaron que no había suficientes indicios de delito.
Dichas pruebas fueron solicitadas por el abogado de la familia, Juan Manuel Medina, colaborador de SOS Desaparecidos, y también por los investigadores de la Policía Nacional. Apenas un mes después de la última vez que se vio a Francisco con vida, a finales del mes de abril, la causa fue archivada.
El caso se reabrió durante el verano a partir de un recurso presentado por el letrado, pero la investigación permanece estancada.
Esta misma semana, la acusación ejercida por la familia ha interpuesto un nuevo recurso para que se practiquen nuevas diligencias, entre otras el análisis de varios teléfonos del desaparecido, así como la identificación de la persona que acudió a la mencionada cita médica.
La madre de Francisco, que fue ampliando su denuncia a medida que conocía nuevas informaciones sobre la desaparición de su hijo, reclama que autoricen las diligencias para avanzar en las pesquisas. "Solo pido que investiguen, el teléfono se apagó inmediatamente", remarca.
Un "vuelco" de cocaína y amenazas
A principios del mes de noviembre de 2021, Francisco envió un audio a un conocido en el que le contaba que acababa de sufrir un "vuelco" de unos 15.000 euros en cocaína que guardaba en su domicilio. El o los ladrones rompieron los barrotes de una ventana y fueron directamente a por la droga, aunque también se llevaron otros enseres.
Juana no descarta que alguien haya podido tomar represalias contra su hijo por una deuda relacionada con la cocaína que le robaron, pero también le llama la atención una agresión que se produjo la madrugada del 30 de marzo, poco más de una semana después de la desaparición, en el propio piso de su hijo.
Allí solían acudir los amigos de Francisco a pasar el rato y cuidar de sus perros, cuando esa noche dos allegados y un tercero mantuvieron una discusión relacionada con el "vuelco" y la desaparición. Uno de los implicados acabó detenido por la Policía tras pegarle una paliza a otro por una supuesta deuda.
Francisco también había sido amenazado de muerte por otras rencillas, pero lo único que asegura su madre es que no se fue por su propia voluntad. Por ello, pide que "se haga justicia" porque ya no le quedan "esperanzas".