Zidane, regresa el 'hijo pródigo' para acabar su obra en el Real Madrid
Vuelve como el salvador para reconstruir un equipo en ruinas
Europa Press
Zinédine Zidaneregresa al Real Madrid nueve meses y 11 días después de su inesperada marcha como el hijo pródigo que intentará acabar su obra en el club blanco, pero antes deberá afrontar la demolición y posterior rehabilitación de un equipo en ruinas tras su eliminación en la Copa y Liga de Campeones y las remotas opciones en LaLiga.
Fue aquel remoto ya 31 de mayo del pasado año cuando Zizou anunció de forma inopinada su adiós al Real Madrid, club en el que agrandó en el banco su leyenda más allá de su figura como jugador pese a que, en un principio, fue una solución de urgencia repescada desde su puesto de técnico del filial.
Sustituye a Benítez
El 4 de enero de 2016 todo cambió para el marsellés. Florentino Pérez decidió poner fin al proyecto que había iniciado medio año antes sin éxito el ex entrenador del Liverpool Rafa Benítez, otro entrenador de la fábrica, y le dio el mando del primer equipo confiando en su carisma pese a su notable falta de experiencia.
El Real Madrid pasó de ser dirigido por un hombre de la casa como Benítez, con un buen palmarés como entrenador, a otro técnico de la fábrica como Zidane, con el aura que le daba su palmarés como futbolista y el impacto que eso podía crear en un vestuario que su antecesor parecía no haber logrado dominar.
"Zidane sabe lo duro que es este complicado banquillo", admitió Florentino Pérez tras comunicar su apuesta. "Tienes que estar cerca de los jugadores porque lo más importante es tener una buena relación con todos. Soy el responsable del equipo y lo que me interesa es que todo vaya bien", replicó un día después en su presentación el francés, que ya daba unas pistas sobre cómo iba a ser su ideario.
Y pronto logró hacerse con el mando del equipo, pese a que el inicio no fue muy prometedor y se vio con la Liga "acabada" tras perder el derbi en el Santiago Bernabéu ante el Atlético. El francés no levantó la voz ni fue crítico con sus jugadores pese a su rendimiento y éstos le respondieron con doce victorias seguidas para pelear el título hasta la última jornada al FC Barcelona.
A partir de ahí, su imagen creció. Idolatrado por la grada y por la directiva, y respetado por un vestuario al que siempre respaldó y para el que nunca tuvo una mala palabra, la única duda recaía sobre sus habilidades tácticas. "Sé que no soy el mejor tácticamente, no lo tengo que decir porque lo decís vosotros", dijo irónicamente a la prensa días antes de la final de Kiev ante el Liverpool.
De todos modos, optó por otras cosas, como sus famosas rotaciones y la existencia de un Real Madrid A y uno B con el que mostró su mejor versión y capaz de firmar el mejor año de la historia de la entidad, el recordado 2017 de los cinco títulos (Liga, Champions, Supercopa de Europa y de España, y Mundial de Clubs).
Pero todo empezó a cambiar precisamente tras la entrada del equipo madridista en la historia del máximo torneo continental al ser el primero en reeditar corona bajo el formato actual y firmar un doblete que no se lograba desde hace casi tres décadas (1958).
En Kiev, su idilio con las finales se mantuvo y tras batir al Liverpool sumó su noveno título en dos años y medio, tres más de los que levantó como jugador madridista en sus cinco temporadas para acabar su periplo en el banquillo con 104 victorias, 29 empates y 16 derrotas.
Zidane se marchó como el segundo entrenador más laureado de la historia del club y en busca de acechar a Miguel Muñoz, que ganó 14, y dejó otros récords como los 40 partidos sin perder o los 73 seguidos marcando. Sin embargo, igual que en su época de futbolista prefirió dar un paso a un lado sin histrionismos para que el Real Madrid no perdiera su ambición por ganar.
La amenaza del cese que pesaba sobre su alargada sombra por su mala racha liguera, y que se podría haber consumado en caso de no levantar la cuarta Liga de Campeones en cinco años, y la marcha de Cristiano Ronaldo al Juventus cortaron de raíz su obra en el Real Madrid al final del curso pasado. Ahora, Zizou, el hijo pródigo, tiene ocasión de acabarla.