En esa agonía reciente, en ese sufrimiento natural con el que vive las últimas jornadas, el Atlético de Madrid ganó la Liga sobre el alambre, derrotado al descanso, vencedor al final y siempre líder durante 90 minutos de alta tensión, en los que sólo se vio campeón cuando Luis Suárez culminó la remontada frente al Valladolid, descendido, que inició el ingenio de Ángel Correa.
En nueve minutos, del 58 al 67, el oscuro panorama del 1-0 pasó a la liberación del 1-2, porque el atacante argentino se inventó lo que suele crear con constancia últimamente, goles casi de la nada, y porque, en el 67, Luis Suárez aceptó el involuntario regalo de Sergi Guardiola para ejercer de líder, de campeón y de goleador.