“Libertad, no me eres nueva. Y recuerdo a duras penas que eras mi mayor problema, mis comidas y mi cena”. Con estos primeros versos de Mi libertad debutó musicalmente en 1977 Miguel Bosé en el programa de José María Íñigo Directísimo.
Entre el público se encontraban algunos de los personajes más destacados de la época, como Raffaella Carrà, la poeta Gloria Fuertes, el bailarín Antonio Gades y sus padres, el torero Luis Miguel Dominguín y la actriz Lucía Bosé.
Además de Mi libertad, también cantó otros dos temas de su primer trabajo discográfico, en el que ya dejó bien claro el mensaje que iba a acompañar su carrera musical. Y una de esas canciones fue la de Linda.
“La compañía CBS encontró una canción de un artista suyo, de un grupo italiano, que se llamaba Linda. Les gustaba mucho y decidieron que sería la canción con la que iban a lanzar a este muchacho nuevo”, que no era otro que el propio Miguel, nos cuenta José Ramón Pardo, periodista musical.
Precisamente, Linda acabó por convertirse en el primer gran éxito de Bosé. Una fama que, sin embarga, ya le había llegado muchos años antes de cantar este tema. “Surge como artista en los setenta, aunque ya era un personaje público desde que nació”, explica Sira Fernández, periodista musical de Cadena SER.
La familia Dominguín-Bosé era habitual en las fiestas a las que acudían artistas e intelectuales de renombre mundial, como Picasso, Hemingway o Ava Gardner. Además, pasó unas cuantas vacaciones en la casa de Salvador Dalí en Cadaqués. Y un pequeño Bosé se crio bebiendo todo ese arte.
Miguel y sus dos hermanas, Lucía y Paola, siempre vivieron con su madre y, por ella, Miguel decidió participar en algunos retos profesionales, como la serie La casa de las flores. Con su padre fue al contrario: disgustos, enfados y tensiones. “Yo no reunía las condiciones que mi padre quería para un heredero”, ha llegado a decir el propio Bosé.
De hecho, debido a las continuas discusiones que tenía con su padre y la relación de amor-odio que existía entre ambos, Miguel ha declarado en más de una ocasión que su padre adoptivo fue Picasso.
Y es que entre el pintor y el cantante siempre existió un fuerte vínculo. Siendo todavía adolescente, Miguel se marchó a Londres para seguir con sus clases de danza, un talento que descubrió Picasso, que dicen que fue el que le regaló sus primeras mallas. Unas mallas que, aunque apasionaron al joven, no gustaron nada a su padre y acabó por tirarlas a la basura.
Sin embargo, este incidente no acabó con las ganas de Miguel de triunfar en la música. “Las compañías de discos de aquellos años iban buscando chicos guapos ídolos de fans”, cuenta José Ramón Pardo, y Bosé encajó a la perfección en ese mercado discográfico: su belleza, su forma de bailar y su descaro jugaron a su favor, aunque tampoco le faltaron críticas, como con Don Diablo.
En 1980 publicó el álbum Miguel, con temas que lideraron las listas de éxitos en varios países. En su portada apareció vestido con un traje de luces al estilo torero. ¿Una reconciliación con su padre o una muestra de autoridad?