Alan Turing, una mente brillante condenada por la intolerancia

  • Fue el matemático que logró descifrar el código de la máquina Enigma
Alan Turing
Alan Turing |Redacción

A lo largo de la historia podemos encontrar personalidades cuyos descubrimientos han revolucionado la humanidad. Alan Turing es uno de ellos. Sus inventos, además, permitieron salvar miles de vidas. Pero la biografía de este matemático, que descifró el código secreto con el que se comunicaban los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, no acabó de la mejor manera posible y pasó de héroe a villano.


Un genio precoz de las ciencias y el ingenio

Alan Turing nació el 23 de junio de 1912 en Reino Unido. Desde muy pronto empezó a dar muestras de niño precoz y pronto comenzó a dar muestras de su capacidad para entender los algoritmos y lograr que una máquina aprendiera a hacerlo.

Sus compañeros de colegio le llamaban ‘Mr. Brain’ (Sr. Cerebro) debido a su facilidad para las ciencias, la lógica y el ingenio. Al acabar la escuela ingresó en el King’s College de la Universidad de Cambridge, una de las instituciones científicas más prestigiosas del mundo.

Alan Turing / Redacción
Estatua de Alan Turing |Redacción

A él se le debe el origen de la informática teórica. En 1936 publicó el artículo “Sobre números computables, con una aplicación al Entscheidungsproblem” (algo así como “problema de decisión”). En este escrito definía y diferenciaba entre lo computable, aquello que puede resolverse con un algoritmo, y lo no computable.

“Si se espera que una máquina tiene que ser infalible, no se puede esperar que sea inteligente”

Además de formalizar el concepto de algoritmo y de ser considerado el padre de la inteligencia artificial, Turing fue el inventor del concepto de ordenador actual: diseñó la ‘Máquina Turing’, un invento capaz de determinar funciones matemáticas y que ya contenía los fundamentos lógicos de los ordenadores actuales.

El descifrador de Enigma

En 1938 el gobierno británico le llamó para dirigir un equipo en Bletchley Park, el centro de criptografía nacional. Su misión era la de descifrar los mensajes de las máquinas Enigma, gracias a la cual los alemanes podían enviar mensajes codificados durante la Segunda Guerra Mundial.


Enigma permitió crear una técnica de encriptación de mensajes conocida como cifrado polialfabético, que creaba complejos sistemas de sustitución en las comunicaciones que intercambiaban los alemanes.

Esta máquina logró poner en jaque al ejército aliado, pero el ingenio de Turing dio solución a estas transcripciones, lo que se calcula que logró acabar con la guerra unos cuatro años antes de lo esperado.


Aunque recibió la orden del Imperio Británico, su éxito quedó oculto por la decisión del gobierno de destruir las máquinas al finalizar el conflicto.

Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Turing continuó innovando en el mundo de la informática. Diseñó el famoso 'Test de Turing', gracias al cual se puede valorar la inteligencia que tiene una máquina al comparar sus respuestas con las que ofrecería un ser humano.

Este test mide la capacidad de una máquina para hacerse pasar por un ser humano. Si el ser humano es incapaz de distinguir entre ambos, se dirá que la máquina ha pasado el 'Test de Turing' y podríamos considerar dicha máquina "inteligente".


La intolerancia de una época

A pesar de sus múltiples contribuciones, Turing no pudo escapar de la intolerancia de su época. En 1952 entraron a robar en su casa y se llevaron algunas notas que tenía de sus proyectos. Cuando lo denunció ante las autoridades, descubrieron que era homosexual y fue arrestado.

Fue condenado a "castración química" por "indecencia grave" bajo las normas de aquella época, lo que acabó con su carrera profesional. Todo ello le sumió en una profunda depresión y le llevó, supuestamente, al suicidio. Aunque no se sabe a ciencia cierta, se cree que el 7 de junio de 1954 ingirió voluntariamente una manzana con cianuro. Otros dicen que fue asesinado.


Con la excusa de que la mayoría de sus trabajos se llevaron a cabo bajo secreto de estado no se le hizo un obituario público. El brillante matemático ha tenido que esperar 65 años para que la revista The New York Times haya publicado un obituario reconociendo sus logros.