Patrimonio Nacional inicia su campaña contra los incendios forestales, que en la práctica supone la puesta en marcha de las actuaciones de vigilancia y extinción en las más de 19.000 hectáreas de espacios verdes que gestionan en todo el país.
Desde la torreta informan de la situación y alertan si ven conetas de humo y en qué zona concreta. Es a partir de ese momento cuando los equipos se desplazan hasta el punto afectado. Juanjo nos cuenta que se trata de una actuación básica de pronto ataque contra incendios forestales
"Para que te hagas una idea, el incendio más grande que haya sucedido, en ese primer momento, cuando nació, con un vasito de agua lo hubiéramos apagado. Bien, pues nosotros pretendemos ser ese vasito de agua", afirma Juanjo. Desde el primer momento que localizan el incendio hasta que llegan a la zona para actuar en el foco tardan unos cinco o diez minutos aproximadamente, dependiendo de la accesibilidad.
El objetivo principal es preservar los espacios naturales que gestiona la institución y en los que están representados ecosistemas de gran valor y únicos, tanto desde el punto de vista histórico como por su biodiversidad.
En junio ya da comienzo el periodo de alto riesgo de incendio, que llega desde el día 1 hasta el 30 de septiembre. Como tienen que abarcar grandes hectáreas de ecosistemas diferentes, cuentan con vehículos especiales de alta movilidad táctica que llegan a cualquier sitio, teniendo en cuenta el biotipo de masa que tenemos, que es el encinar, el bosque mediterráneo.
Estos retenes tienen como misión principal el "pronto ataque", que permite la extinción de los incendios en sus fases iniciales para evitar que se consoliden y garantizar que queden reducidos a meros conatos. Para ello, Patrimonio Nacional cuenta con un total de 24 operarios y 6 bombas forestales de tipo medio URO VAMTAC, con depósito de 1.200 litros de agua.
Asimismo, el trabajo que llevan a cabo para prevenirlos es un desbroce, refaldar y podar para que, en caso de que hubiera un fuego, no haya propagación. Todo lo podado lo devuelven al campo para que toda la materia orgánica de esos restos se incorpore directamente al monte y, de esa manera, conseguir que el ciclo se quede cerrado.