Níscalos, boletus, de cardo... son los manjares que nos regala la naturaleza después de las lluvias y si sale el sol. Pero también hay que tener cuidado con otros hongos que, si bien son necesarios para que nuestros bosques se mantengan frondosos y ricos en variedades, pueden ser tóxicos al ser consumidos. Por eso, la regla de oro se vuelve a repetir: no recoletar las especies que no conocemos. Y siempre manteniendo la máxima del respeto por nuestro entorno; nada de rastrillos ni azadas.