Cuando cruzas la puerta de la Taberna de Antonio Sánchez retrocedes tres siglos en el tiempo. El olor a antiguo y el color marrón ennegrecido de la madera te transporta a otra época. Y es que todo se conserva como antes, desde que abrió sus puerta en el siglo XVIII no ha cambiado. Aunque se desconoce la fecha exacta de su fundación, los dueños del local aseguran que es anterior a febrero de 1787, como taberna y despacho de vinos.
Sin embargo, es en el siglo XIX cuando adquiere notable fama ya que se convierte en el lugar de encuentro de tertulianos e intelectuales del mundo taurino, de las letras y del arte. Los frescos que cuelgan de las paredes de la Taberna de Antonio Sánchez dan cuenta de ello. Junto a placas que rememoran momentos del pasado, cuentan las historias que se han vivido en el establecimiento.
La decoración del bar nunca ha sido renovada. Es decir, mantiene intacto su decorado original desde hace siglos con frisos y maderas talladas. Además, conserva también las lámparas de gas con las que se iluminaba el local por aquella época y que el techo dan buena cuenta de ello, ya que tiene un color negro, también por culpa del hollín del tabaco. Las cabezas de toro que cuelgan de sus paredes son originales.
Personalidades como Pío Baroja o Joaquín Sorolla se sentaban en las sillas de la taberna para charlar. Este lugar también fue una fuente de inspiración para Camilo José Cela y Gloria Fuertes, quienes no fallaban a su cita en los veladores de mármol para componer sus obras.
Óscar Priego, actual propietario de la Taberna de Antonio Sánchez, señala el cartel que cuelga de una de las paredes del local donde aseguran que "en este lugar celebró el pintor Ignacio Zuloaga la última exposición de su vida". "La parte más nueva del local es el salón-comedor, tendrá unos 60 años. Esta zona la usaban para usar sus tertulias habituales", explica.