Las listas con etarras de Bildu y la relación de Sánchez con el partido de Otegui siguen marcando la campaña. El propio Sánchez dijo en 2015 que no pactaría con Bildu, pero en 2019, cambió de estrategia para sumarle a sus socios de investidura.
Desde entonces han normalizado sus relaciones y pactos, algo que para la oposición es un blanqueamiento de la formación proetarra.
En mayo de 2015, Sánchez era tajante en sus intenciones: "No tenemos nada que ver con Bildu". Tres años después, en 2018, Sánchez aseguraba esto nada más disolverse ETA: "La tarea de los demócratas ahora es no olvidar y contar la verdad. No hay que permitir que ETA imponga su relato. La tarea es reivindicar nuestra democracia. No hubo un conflicto, sino una banda terrorista que quiso imponer su totalitarismo".
En diciembre de 2019 Bildu se reúne en público, en el Congreso, con Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE, mano derecha de Sánchez, y Rafael Simancas. Era la primera reunión para sumar los votos de Bildu a la investidura de Sánchez.
En mayo de 2020, Bildu pacta con el PSOE y Unidas Podemos derogar «íntegramente» la reforma laboral del Partido Popular de 2012.
En septiembre de 2020, en el Senado, el presidente del Gobierno lamentó «profundamente» la muerte de un etarra preso, condenado a 20 años de cárcel.
Y hace un mes, el Gobierno de coalición llegó a un acuerdo para desbloquear la ley de Vivienda en el Congreso, tras un año paralizada. Pero fue el portavoz de Bildu, Oskar Matute, quien lo anunció. Ni Podemos, ni PSOE.
Esta misma semana Sánchez dejaba claro que Bildu es un socio prioritario de su Gobierno. Una complicidad PSOE y Bildu que podría continuar después de las elecciones de Mayo.