Esta es la historia de superación y retos diarios que comenzó en una piscina. Enhamed Enhamed perdió la vista con nueve años, pero para él siempre ha significado todo lo contrario.
“Cuando gané la ceguera cambió todo, acepté el hecho de que soy ciego y nada lo va a cambiar, a partir de ahí qué puedes hacer con ello, es una decisión que tienes que tomar prácticamente todos los días”, confiesa Enhamed.
La piscina, su hábitat
Aprendió a nadar, tras perder la vista, gracias a la ayuda de su entrenador: “Hay un momento en la piscina que te das cuenta que es un sitio seguro porque tienes 25 o 50 metros, dos paredes, dos corcheras, no hay posibilidad de que te choques, ni que cometas errores ni que nadie te diga ‘ten cuidado con los obstáculos”, señala Enhamed Enhamed.
El exnadador paralímpico se levanta cada día a las cinco y media de la mañana. Se prepara y coge el transporte público para dirigirse al Consejo Superior de Deportes para entrenar de once a dos.
Ahora su día transcurre en transporte público y pide ayuda: “A nadie le amarga un dulce, si me facilitaran los traslados a los sitios estaría encantado, el tiempo es la cosa más valiosa que tenemos”.
La carrera de Enhamed ha sido brillante. Ha ganado nueve medallas paralímpicas entre Atenas 2004 y Londres 2012, además de victorias en mundiales y campeonatos internacionales.
Retirado desde el 2012, ha cruzado a nado el Estrecho de Gibraltar y ha completado un ironman con un lema: “Nuestras circunstancias y la adversidad que tengamos no determina nuestros resultados”.