Hemos descendido a las profundidades del Atlántico Norte, con ayuda de la realidad virtual, para acompañar al atún rojo en su migración anual hasta el mar Mediterráneo.
Estos peces pasan el invierno alimentándose en las aguas atlánticas: más frías y llenas de comida. Pero cuando llega el momento de desovar y reproducirse siempre buscan las aguas mediterráneas, mucho más cálidas.
Por eso, al llegar la primavera los atunes recorren 2500 millas náuticas hasta distintos puntos del mare nostrum donde desovan entre mayo y agosto. Realizan este trayecto sin comer y sin detenerse, guiados por su instinto y aprovechando las diferentes corrientes marinas.