Minerva Piquero nos invita a recorrer, con ayuda de la tecnología de realidad virtual, el Manzanares. Se trata de una joya natural en el corazón de España.
Este río recorre un total de 92 km desde su nacimiento en la Sierra de Guadarrama -a más de 2.000 metros de altitud-, hasta su desembocadura en el río Jarama que está muy cerca de la capital.
A lo largo de su curso el río Manzanares alberga una rica biodiversidad: águilas pescadoras, garzas reales o cigüeñas negras entre otros que conviven con muchas plantas únicas.
Pero lo más impresionante son los puentes que van cruzando sus aguas: 33 puentes por toda la ciudad de estilos muy diferentes.
Por ejemplo, el Puente de Segovia que es del siglo XVI o el moderno puente de La Reina Victoria que ofrece unas vistas espectaculares de la ciudad.
¿Sabías que el Manzanares ha sido objeto de burla en el pasado? A Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Germano, no le tembló el pulso al afirmar del Manzanares que era “el mejor río del mundo” porque era el “único navegable a caballo”.
Para Cervantes era “un río metafísico que sólo existe en la pluma de los poetas”. Lope de Vega lo denominó "aprendiz de río" y, muchos años más tarde, Alberti escribió: “¡Pobrecito río, donde solamente botan sus barquitas los chiquillos”.
La poca profundidad del río Manzanares y la abundancia de pequeñas islas dentro de su cauce fueron el motivo principal por el que las lavanderas utilizaron el río para sus tareas diarias.
Pese a todo, Madrid siempre ha sentido añoranza de la costa: en el año 1932 se construyó la primera playa artificial de todo el país en la confluencia entre el Manzanares y el arroyo del Fresno.
Para la ocasión se levantó un embalse que recogiera el agua y la playa se convirtió en una realidad, con su arena, sus sombrillas y todo.
Los madrileños acudieron en masa a remojarse. Con los años y, sobre todo, por la contaminación que acumuló el embalse, la playa se fue abandonando. Como vestigio queda el nombre de una vía madrileña: la “carretera de la playa".