La casa que Joaquín Sorolla construyó en el Paseo del Obelisco de Madrid, y que ahora acoge el museo dedicado a su obra, fue un proyecto personal del pintor de la luz.
Poco después de adquirir el solar que posteriormente sería su casa, Sorolla se hizo con el terreno contiguo y lo transformó en tres jardines de inspiración andaluza. El mismo pintor diseñó el trazado y escogió las especies de plantas que los poblarían.
Una vivienda y unos jardines en los que, como en sus cuadros, la luz tiene un papel principal. Este vergel secreto que Sorolla no dudó en reflejar en sus obras, evoca un ambiente íntimo, lejos del ajetreo de la capital, que permite volar hacia otros tiempos.