Pocos lugares de Madrid han tenido más presencia literaria que el Puente de Segovia. Al menos entre los edificios civiles. Otra cosa es los hotelitos y los palacios. Sobre esos edificios hay toneladas de textos. Góngora, Tirso de Molina, Quevedo y 200 más se cebaron con este puente para reírse, en el fondo, del pequeño Manzanares. ¡Qué falta de respeto!
Lope de Vega con su ironía asesina:
Y aunque un arroyo sin brío
os lava el pie diligente,
tenéis un hermoso puente
con esperanzas de río.
Y Quevedo, que puesto a ironizar era de ácido sulfúrico, nos cuenta:
Llorando está Manzanares,
al instante que lo digo,
por los ojos de este puente,
pocas hebras, hilo a hilo.
Las cosas como son: el Puente de Segovia es mucho puente para tan poco río. Pero respetemos al humilde Manzanares, que sin él no tendríamos ni siquiera una ciudad.