Comenzamos la ruta en la Parroquia de San Antonio de la Florida, en cuyo interior se encuentran las impresionantes pinturas al fresco que Goya realizó en el interior de la cúpula. Don Francisco reposa junto a sus pinturas, pero... sin cabeza.
El Puente del Rey no lleva ese nombre por casualidad porque era de uso exclusivamente regio. En tiempos de los Austrias se cruzaba el rio desde el Alcázar mediante una pasarela denominada 'Puente Verde'. Al otro lado del río estaba lo que hoy llamamos Casa de Campo, entonces coto de Caza Real y ningún plebeyo podía pisarlo sin arriesgarse a una buena tortura. En 1931, pasó a llamarse 'Puente de la República'. Normal, ¿no?.
Madrid estuvo a puntito de tener puerto de mar, o al menos un acceso directo al Atlántico por vía fluvial, con la idea de transportar el oro de América desde Lisboa, remontando el Tajo hasta su afluente Manzanares. No pudo ser.
Pocos lugares de Madrid han tenido más presencia literaria que el Puente de Segovia. Al menos entre los edificios civiles. Góngora, Tirso de Molina, Quevedo y 200 más se cebaron con este puente para reírse, en
el fondo, del pequeño Manzanares.
En la Ermita de San Isidro, se encuentran los restos de unas de las mujeres más desconocidas de la historia de España. Todos la habéis visto alguna vez. ¡Y en pelotas! Es la protagonista de uno de los cuadros más famosos de Goya: La maja desnuda.
El humilde pero entrañable río Manzanares no siempre se ha llamado así. Antiguamente se llamaba río Guadarrama. ¿Y por qué? El Duque del Infantado tenía tanto poder que le cambió el nombre. ¡Con un par! Lo llamó igual que su Señorío: el Real de Manzanares.
El Obelisco de Isabel II fue un regalo que encargó Fernando VII para celebrar el nacimiento de su hija, la futura Isabel II. Pero, como dirían en una chirigota cualquiera, la historia 'tiene guasa'.
Hasta hace unos años, El Matadero de Madrid era eso, matadero. El origen de los mataderos de Madrid comienza en la Plaza Mayor donde estaba (y está) la Casa de la Carnicería. Más tarde los Reyes Católicos reorganizaron el gremio. En la actual Plaza de Cascorro, en pleno Rastro, había otro matadero. ¿No os imagináis por qué El Rastro se llama Rastro?