Detrás de las luces y sonidos que iluminan las ferias en las fiestas de los pueblos está el trabajo y modo de vida de muchas personas que consideran este oficio una tradición familiar.
Cada semana al levantarse disfrutan de un paisaje diferente, es la ventaja de llevar la casa a cuestas, pero es algo que les impide también echar raíces en ningún lado.
A pesar de todo, los protagonistas cuentan cómo ser feriante es la única forma de vida que conocen y pretenden seguir enseñándosela a sus hijos para que continúen con ella.