Raúl llega hasta la fuente de Braojos, donde le espera Luisa, una braojeña de toda la vida que a sus 76 años no se ha movido de su amado pueblo. Recorremos con ella las calles de la localidad, encontramos a su marido, Manolo, dando de comer a las gallinas, y visitamos el consutorio médico, donde nos encontramos con un viejo conocido, Jorge, que ha cambiado de zona.