El Gobierno y las Comunidades Autónomas van a invertir en plantas desaladoras para convertir el agua salada en potable. Por primera vez en su historia, la infraestructura más importante de Cataluña, la desaladora de Hopitalet de Llobregat, se prepara para llegar a su máxima potencia.
En esta desaladora se encargan de extraer el agua del mar para, mediante diferentes procesos, convertirla en potable. Para ello, una bomba de alta presión introduce el agua a través de unas membranas que actúan como filtros y dejan pasar el agua, pero no las sales, dando como resultado, por un lado, aguas sin sales y contaminantes, y por otro, un rechazo concentrado conocido como ‘sal muera’.
Este año, su capacidad de producción ha alcanzado los 160 metros cúbicos de agua al día. La falta de lluvia prolongada en el tiempo y la sequía está provocando que este tipo de plantas desaladores trabajen al máximo de su capacidad. ‘La población equivalente que estamos abasteciendo está entre un millón trescientos mil habitantes’ ha explicado Carlos Miguel, responsable de la desaladora de Llobregat ATL.
Los expertos apuntan la necesidad de ampliar las plantas o buscar alternativas. Es por ello, que Cataluña se prepara para ampliar este servicio con la construcción de nuevas plantas gracias a la inversión de 90 millones emitida por la Generalitat. Por su parte, el resto de plantas del país que están trabajando al máximo de su capacidad, también planea una ampliación de su capacidad.