A los muchos problemas e incertidumbres que implica el Brexit se une el que afecta a las mascotas. En el caso de viajar con ellas a Reino Unido habrá que cumplir una gran cantidad de trámites.
Solo se podrá hacerlo a través de puertos o aeródromos autorizados, mapa que prácticamente no incluye ningún punto del interior de España. Habrá que hacerlo presentando un certificado zoosanitario, los datos de identificación y vacunación, su microchip, acreditar que está vacunado contra la rabia y que se ha sometido a un test serológico. Las vacunas y los test tienen caducidad, lo que supone que el viaje habrá que programarlo con meses de antelación.
Caso aparte es Gibraltar, donde todo el negocio relacionado con las mascotas fuera del peñón, desde veterinarios a tiendas especializadas, peligra si se establecen controles rigurosos. Si pese al filtro fronterizo, la mascota entra, pueda que tenga que volver en el siguiente avión o ser sometido a cuarentena. En definitiva, más trámites, más tiempo, más dinero y todo más complicado.