Muchas sucursales bancarias cuelgan también el cartel de cerrado por vacaciones en agosto. El problema se hace más palpable en aquellos municipios madrileños donde no hay casi oficinas, obligando a los clientes a desplazarse a otros pueblos en busca de un banco que pueda tramitarle sus operaciones.
Esta situación supone un contratiempo para las personas mayores y aquellas con movilidad reducida, quienes deben pedir a otras personas o familiares que se desplazasen a una sucursal lejana a la habitual.
Para muchos clientes, esta práctica está provocando un deterioro progresivo del servicio bancario, especialmente en las sucursales más pequeñas, las cuales sufren una falta de personal.
Aunque está pasando en muchos municipios de la Comunidad, uno de los casos más grave es en Arroyomolinos, donde bancos con una única sucursal han cerrado, teniendo sus clientes que desplazarse a Móstoles o Fuenlabrada.