Sandra lleva hoy la voz cantante en las prácticas. Es estudiante de segundo de Medicina en la Universidad Europea. Toca simulación. Y todo comienza con un accidente de tráfico en la M-40.
Un joven ha resultado herido muy grave. Tiene que ser excarcelado por los bomberos. Sandra se encarga de estabilizarle en la ambulancia. Una vez en el hospital simulado de la Universidad le transmite al médico de urgencias (otro estudiante de medicina) los cuidados y las primeras maniobras de primeros auxilios que han tenido que realizar al herido.
Ya en Urgencias (Urgencias simuladas), un nutrido grupo de futuros profesionales de la salud comienzan su tarea. Difiere mucho de las películas. No hay gritos, no hay carreras. Todos saben exactamente lo que tienen que hacer. Han aprendido en la teoría cuáles son sus funciones. Y ahora en la práctica lo desarrollan sin titubeos. El simulador, una suerte de muñeco, no se queja, pero sangra, respira, aporta las constantes vitales en cada momento.
Lo que no está protagonizado por un muñeco es lo que viene después. Dos actores profesionales se encargan de poner cara, voz y nervios incluidos, a los padres del chaval herido grave. Y lo hacen con tal pasión que hace que los futuros médicos y enfermeros se vean obligados a adoptar un papel que a nadie le gustaría.
Tienen que comunicar a los familiares el estado en el que se encuentra su hijo. Y lo tienen que hacer, esta vez, poniendo en práctica sus conocimientos de psicología. Empatía vital con aquellos que no entienden, no comprenden cómo su hijo se encuentra al borde de la muerte. La conocida como humanización de la sanidad.
Los alumnos de medicina y enfermería de la Universidad Europea realizan estas prácticas en tiempo real a lo largo de su carrera en multitud de ocasiones en un Hospital Simulado del centro educativo. Un entrenamiento que consideran indispensable para su futuro en la profesión sanitaria.