La historia de Pablo, el chico trans que nació en el cuerpo de María
Con 12 años Pablo empezó a sentir una identidad de género diferente
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
“Pablo es un chico normal, con los anhelos y las inquietudes de cualquier otro. Pero no fue siempre así. La vida de Pablo se vio marcada desde el día de su nacimiento porque Pablo nació en el cuerpo de María”.
Así ha presentado Florentino Fernández a Pablo, uno de los protagonistas del programa que Vidas de cine ha rodado en Cabanillas de la Sierra.
Pablo es de San Esteban de Gormaz, un pequeño pueblo de la provincia de Soria, donde recuerda que tuvo una infancia feliz. “Me gustaba mucho jugar al fútbol y no me planteaba nada sobre mi género ni mi identidad”.
La situación cambió cuando llegó a la edad de doce años, momento en el que empezó a cuestionarse su identidad. Pablo notaba que no se sentía conforme consigo mismo, aunque tampoco sabía por qué, ya que no conocía lo que era el término ‘trans’ ni lo que eran las personas trans.
“Un día que estaba viendo las noticias salió en la televisión una noticia sobre las personas trans. Recuerdo que miré la televisión diciendo: “Ostras, sí que hay más gente como yo”. Pero en ese momento yo no lo admití de primeras”, cuenta Pablo.
A partir de entonces empezó a buscar y a informarse. Incluso llegó a contactar con trabajadores sociales, como Isidro, para solicitar información sobre lo que eran las identidades trans en la infancia y en la adolescencia.
Tras varias semanas intentando contárselo a sus padres, le escribió una carta a su madre y la dejó encima del escritorio para que la leyera a la mañana siguiente cuando él estuviera en clase.
“Me preguntaron que por qué, que ella nunca se había dado cuenta de que yo pudiera ser un chico trans. Se lo tomó como que era una tontería. Pensaba que era una etapa de la adolescencia y que en algún momento se me iba a pasar”, explica Pablo.
De hecho, sus padres le comentaron que era necesario que en el pueblo no contara nada y luego, en caso de irse a estudiar fuera, que allí podía decirlo si quería. “No querían tener ningún tipo de problema ni que la gente hablara sobre ellos ni ser el centro de atención”.
En Madrid, Pablo pudo empezar de cero, aunque tuvo que seguir salvando obstáculos, en especial con su familia, que seguía (y sigue) sin aceptar su nueva identidad. “Para ellos sigo siendo María”.
A pesar de todas las dificultades, Pablo conoció a Carol, su novia y ángel de la guarda, que le ha aportado una familia que le acepta tal y como es y un nuevo hogar.