Luxemburgo es uno de los países más pequeños de Europa, pero su belleza no deja indiferente a todo aquel que lo visita por sus terrenos montañosos y la cantidad de historia que albergan muchas de sus edificaciones.
Nuestra primera parada del viaje la hacemos en la Plaza de la Constitución donde se levanta una gran estatua conmemorativa a la libertad de país tras los muchos intentos de otras naciones de conquistarlo. Este ‘monumento al recuerdo’, se construyó al final de la Primera Guerra Mundial y la figura que lo corona es la ‘mujer dorada’. Abajo dos hombres de bronce que representan a los luxemburgueses caídos durante la batalla.
Este es el símbolo por antonomasia de Luxemburgo, la libertad, la paz y la victoria.
Continuamos por el Balcón de la Cornisa, que según dicen, es el balcón más bonito de Europa, y desde aquí se ve perfectamente el monasterio benedictino del siglo XVII que fue utilizado por los alemanes en la II Guerra Mundial para meter a los presos políticos luxemburgueses, donde llegaron a estar recluidas más de 4.000 personas.
Como los familiares de los presos no tenían forma de comunicarse con ellos, acudían a estar cornisa a intentar verles en el patio de recreo y si no les veían en varios días, podían imaginar que ya no seguía con vida.
Una curiosidad de Luxemburgo es que su forma de gobierno, y única en el mundo, es el Gran Ducado, una monarquía parlamentaria constitucional cuya figura máxima es el Gran Duque.
Para retomar fuerzas, hacemos una parada en la tienda de la Casa del Chocolate, un impresionante lugar con grandes tardes y muchísimos tipos de chocolate diferentes.
Vianden es una comuna y villa al norte de Luxemburgo, que forma parte del cantón de Vianden. Su nombre proviene del galo y quiere decir rocoso.
Fue importante durante la Edad Media y su fortaleza es de origen romano para defenderse de las tribus germánicas y es una de las más grandes al oeste del río Rin.
Los condes de Vianden, antiguamente, tenían un territorio tan grande como lo equivalente a todo Luxemburgo en la actualidad contando la zona que les pertenecía de Alemania, y construyeron este castillo entre los siglos XXI y XIV, pero cuando el condado dejó de tener tanta importancia, lo abandonaron.
Una vez dentro de este castillo, accedemos a una gran sala de fiestas de estilo medioeval con muchas armaduras en los extremos de la habitación y una gran chimenea para recibir a las visitas porque, tal y como nos cuenta el guía de esta construcción, “ellos nunca estaban solos. Estas solos para ellos era estar en compañía de 30 o 40 personas”.
Hacemos una parada en Diekirch donde se encuentra el museo militar. A su entrada se presentan unos tanques militares americanos originales de la Segunda Guerra Mundial.
En su interior, no solo encontramos elementos totalmente originales del conflicto, sino que se representa una de las batallas más importantes de esta época, la Batalla de las Ardenas, que tuvo lugar entre finales del año 1944 y 1945, cuando la armada alemana lanzó su último ataque sorpresa a gran escala contra los aliados americanos en el frente occidental.
Y para todos los americanos que perdieron su vida en Luxemburgo y no pudieron ser repatriados, el país cedió un terreno a Estados Unidos donde construyó un gran cementerio donde descansas sus compatriotas perdidos en la guerra.