Casa Ciriaco es ese lugar que atesora la esencia de una clásica taberna castiza de Madrid. Y si le añades la historia que tiene a sus espaldas, podría ser el escenario de una película. Templo de ilustres y de la gastronomía española, fue testigo de un episodio histórico de nuestro país.
En 1906, el carruaje real de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg pasaba por el número 84 de la calle Mayor tras su boda para dirigirse a los Jerónimos. El anarquista Mateo Morral esperaba en uno de los balcones del edificio a su paso y cuando estaban debajo arrojó una bomba oculta en un ramo de flores.
El objeto tropezó en su camino con el tendido eléctrico del tranvía y acabó explotando sobre la gente que veía a los reyes. Estos resultaron ilesos, pero murieron 25 personas y alrededor de cien resultaron heridas. Finalmente, el anarquista fue capturado cuando trataba de huir a Barcelona.
Antes de que tomara el nombre de Ciriaco, había sido almacén de vinos desde 1887. Desde entonces, sus paredes han acogido a lo mejor de la intelectualidad española del pasado siglo. El escritor Valle Inclán, el periodista Julio Camba, el dibujante Antonio Mingote, el pintor Ignacio Zuloaga, el torero Juan Belmonte o hasta los monarcas frecuentaban la taberna. Por su puesto, todos hombres.
A mediados de 2018, Casa Ciriaco vivió tiempos de incertidumbre que amenazaron su continuidad. Sin embargo, Alfonso Delgado y Daniel Waldburger, propietarios de Casa Alberto y La Casa del Abuelo respectivamente, llegaron al rescate.
Actualmente es un clásico renovado que luce sus mejores galas sin perder un ápice. Su gallina en pepitoria ha sido premiada por instituciones madrileñas y ofrece en su carta clásicos de la gastronomía como los callos, rabo estofado, albóndigas de ternera o cocido madrileño.