El pan llega a Madarcos sobre las 10 de la mañana y a su encuentro saldrá Fernando para no quedarse sin su barra. Lo trae Cristi todos los días de una panificadora de Buitrago de Lozoya, que como nosotros hace una ruta los pueblos de alrededor. Además del pan, llegan fruta y productos congelados al pueblo. Aparece por allí Enrique con su coche y unos sacos de paja en busca de Fernando. Le mete prisa porque sus vacas ya tienen hambre y nuestro reportero tiene que ayudarle a echarles de comer. Nos montamos en su coche para dirigirnos primero a su finca "La Nava", de 130 hectáreas y poseedora de un gran secreto. Y es que allí nos encontramos los restos de la parroquia medieval de Santa Cruz de la Nava. Según la leyenda, Enrique vive en lo que fueron los orígenes del antiguo pueblo de Madarcos. Nos contará la historia de por qué los vecinos se trasladaron de este lugar a lo que ahora es el pueblo madrileño y vamos con las vacas que ya están mugiendo de hambre. Enrique, a sus 31 años, tiene 65 reses que alimenta de una forma muy curiosa. Arranca su Land-Rover, pone una marcha corta y mientras el coche va solo con Fernando de copiloto, él va tirando la paja del carrito que lleva atrás a las vacas. Nos cuenta que es ganadero por devoción. Sus antepasados tanto por parte de padre como de madre ya se dedicaban a este negocio. De hecho su abuelo trajo a Madarcos en los años 60 las primeras vacas canadienses, famosas por su robustez y su capacidad de dar grandes cantidades de leche. Enrique nos cuenta que dedica mucho tiempo a cuidar a su ganado, unas 15 horas, pero que esta vida le hace feliz.