Estudios recientes confirman que retrocedemos en actividad racional y que el cociente intelectual no progresa generación en generación como hasta ahora, sino que, incluso, desciende. Y en esos estudios, se señala la misma causa: usar de forma excesiva las nuevas tecnologías está reduciendo nuestra capacidad de pensamiento.
Menos pantalla y más reflexión. Son ya numerosos los estudios que confirman la relación causa efecto entre nuevas tecnologías y retroceso de la actividad cerebral. Al volvernos más dependientes de un teléfono o un ordenador, somos también más vulnerables y nuestro cerebro lo acusa en un doble sentido: se activan las zonas más impulsivas y se pierde capacidad de creativa y racional.
Un reciente estudio de la Universidad de Chicago concluyó que por primera vez la inteligencia humana no había aumentado de una generación a otra. Por el contrario se estaba registrando una merma del cociente intelectual.
Las personas analizadas tenían peores resultados en lógica, vocabulario, matemáticas y resolución de problemas.
Un segundo efecto es la aparición de enfermedades mentales asociadas al abuso de las pantallas.
La universidad de Málaga sometió a estudio los hábitos de 100 jóvenes entre los 15 y los 24 años. La mayoría presentaba síntomas de ansiedad, inseguridad si no tenían su teléfono.