Se jubiló hace unos años, pero se está planteando volver a poner en marcha el taxímetro. Entre tanto acaba de apuntarse a un curso de Informática "porque hay que mantener siempre la mente entretenida". El repentino fallecimiento de su marido al poco de comprar una licencia de taxi, le llevó a tener que sacarse el carné y coger el volante para poder criar a sus dos hijos pequeños. Le costó un año de clases y muchas oraciones a Jesús de Medinaceli. Corrían los años 70, cuando María Dolores tuvo que abrirse camino en un mundo de hombres "y aprenderme el callejero de Madrid, porque entonces no existían los navegadores".