A pie de piscina conocemos a Maruja, de 92 años. Es coqueta hasta el punto de que una de sus mayores preocupaciones es su peinado cuando se pone el gorro antes de meterse en el agua. Eso sí, una vez que se zambulle, confiesa sentirse como una sirena. Junto a ella, otro grupo de personas de avanzada edad hace ejercicios de calentamiento. Aquí se olvidan de los años que registra su DNI. Nadar alarga la vida nos aseguran varios octogenarios antes de meterse en la piscina. Y por supuesto, después toca reponer fuerzas, y nada mejor que hacerlo yéndose todos juntos a desayunar.