Gregorio Salcedo recorría desde pequeño el campo con su padre buscando metralla y restos del que fue uno de los combates más sangrientos de la Guerra Civil. En plena posguerra, en los años cincuenta, buscaba balas y trocitos de metal para venderlos y con eso conseguía algo de dinero para comprar pan.
Poco a poco y tras media vida peinando las antiguas trincheras de los olivares de Morata de Tajuña, y recogiendo objetos como balines, pistolas, máscaras de gas o alpargatas, ha logrado crear el Museo de la Batalla del Jarama, que se puede visitar gratis en un mesón de Morata de Tajuña.