Carla visita el entorno de Valdemanco, una auténtica farmacia al aire libre por la variedad de plantas que podemos encontrar. Le acompañan Meli, Laura y otras mujeres del pueblo, que conocen bien las diferentes especies que crecen aquí, diferentes según la zona de la localidad.
Empezamos el recorrido cogiendo gordolobo, una planta de tacto aterciopelado que riñe en suavidad con el papel higiénico de casa. De hecho, la gente del campo lo utilizaba como tal.
Con el cantueso, una flor de color morado, se hacen bolsas cuando están secas y se colocan en el armario para ahuyentar a las polillas o aromatizar.
También encontramos romero, útil para curar los resfriados o para calmar dolores musculares cuando se macera con alcohol.
El tomillo salsero sirve para aliñar las aceitunas o para aromatizar los guisos.
Toda esta sabiduría popular, transmitida de madres, se ha recopilado en un libro donde aparecen todas las plantas de Valdemanco y el uso que se le puede dar a cada una de ellas.
Una curiosidad. Durante la visita recorremos 'La Vereda de los Muertos', un camino entre montañas por el que se llevaba a los difuntos para ser enterrados en La Cabrera, ya que en Valdemanco no tenían cementerio.