El Museo del Prado ha inaugurado la exposición 'Picasso, el Greco y el cubismo analítico', que estará abierta desde este martes 13 de junio, hasta el 17 de septiembre y que indaga en la "fascinación" del artista malagueño por el Greco, que veía sus obras como "un acto de rebelión contra el gusto reinante".
Comisariada por Carmen Giménez, la muestra instalada en una de las salas del Greco cuenta con cuatro obras del autor de 'La crucifixión' que no pertenecen al Prado, "curiosamente, ya que tenemos una importante cantidad de obras de este autor", recuerda el director de la pinacoteca, Miguel Falomir, y cuatro cuadros de Picasso del año 1911, cuando "se produjo la mayor revolución en la Historia del arte" con el cubismo analítico.
'San Simón', 'San Bartolomé' y 'San Juan Evangelista', del Museo del Greco en Toledo, junto con 'San Pablo', procedente de una colección particular, componen los nuevos cuadros del Greco expuestos junto a 'Tocador de mandolina' ( de la Fundación Beyeler), 'Acordeonista' (Museo Guggenheim), 'Hombre con clarinete' (Thyssen-Bornemisza) y 'El aficionado' (Kunstmuseum Basel), todos ellos pintados por Picasso en 1911.
"No se echa en falta ninguna obra ni sobran tampoco. Aunque alguien venga y no supiese quién es Picasso, el Greco o el cubismo analítico, no dejará de percibir una serie de similitudes entre ellas", ha apuntado Falomir, quien ha recordado además que ya en 2014 el museo hizo una exposición sobre 'El Greco y la modernidad' en la que "casi un tercio eran obras de Picasso".
"La vida de Picasso coincide con la gran revolución que supuso el Greco y es paralela en cuanto a la reivindicación de su figura. El Greco resurge cuando Cossío lo señala como uno de los grandes pintores y a la muerte de Picasso en el 73 ya es uno de los maestros", ha reivindicado Falomir.
EL GRECO Y LA INSPIRACIÓN
Desde sus primeros años como estudiante en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), Picasso mostró admiración y fascinación por el Greco, una de las primeras influencias del artista. Las visitas de Picasso al Museo Nacional del Prado, donde pasaba más tiempo aprendiendo de los grandes maestros que en la Academia, revelan la pasión que el malagueño sentía hacía el artista.
A pesar de haber gozado de cierta fama a su llegada a España en 1577, la figura de el Greco no alcanzó el reconocimiento merecido hasta tres siglos más tarde, cuando los jóvenes vanguardistas lo rescataron del olvido al reconocer su capacidad de romper con la representación clásica.
PICASSO Y LA CANCELACIÓN
Falomir ha abordado ante un grupo de periodistas algunas cuestiones asociadas a Picasso en el 50 aniversario de su fallecimiento, como el de la cancelación. "Este cincuentenario consiste en eso, ya que se vuelven a poner en Picasso todos los focos: se cuentan sus grandezas y sus miserias", ha comentado.
Además, ha calificado al pintor malagueño como "uno de los grandes maestros", evitando juzgar su obra en relación con su vida privada. "Era un genio y, yo que no lo soy, creo que tiene que ser difícil y una vida distinta. Se está tratando de hacer aproximaciones a su obra teniendo en cuenta estas complejidades", ha apuntado.