Con la llegada del verano y las celebraciones de fiestas patronales, los tradicionales castillos de fuegos artificiales son un espectáculo fijo en los programas de fiestas, pero reemplazable.
Para algunas personas, como aquellos que padecen trastorno del espectro autista con sensibilidad sensorial, este evento puede convertirse en un generador de estrés y malestar que afecta su día a día en cuestión de segundos. Ante esta realidad, diversos ayuntamientos están buscando alternativas para garantizar la inclusión y accesibilidad de todos los ciudadanos.
Una de las propuestas que ha ganado fuerza es la de sustituir la pólvora tradicional por impresionantes espectáculos de luces creados por drones. Esta innovadora opción ha captado la atención de personas afectadas por el trastorno del espectro autista, quienes buscan una forma de disfrutar de las festividades sin experimentar angustia ni malestar.
Umiles, una empresa pionera en España, ha liderado esta iniciativa al ser la primera en llevar a cabo espectáculos de luces con drones. La Comunidad de Madrid se convirtió en la precursora de lo que ellos denominan "fuegos artificiales 2.0". Aunque actualmente la legislación permite volar hasta 300 drones de manera simultánea, ya se están solicitando permisos para aumentar este número a 500.
La decisión de emplear drones en lugar de fuegos artificiales ha recibido una respuesta positiva de diversos sectores de la sociedad, ya que señalan que, además de reducir el impacto ambiental, asegura un espectáculo visual "impresionante e inclusivo" para aquellos que antes se veían afectados por los fuertes ruidos y luces intermitentes.