Andrés tiene 55 años y su infancia fue muy dura porque se encontró solo en la calle con apenas 12 años debido al maltrato que sufría por parte de la pareja de su madre. Fue entonces donde empezó a coquetear con las drogas "para que le aceptaran".
"Me siento verdugo por la vida que he llevado, por todo lo que he hecho, y víctima por como me trata la sociedad ahora que yo he querido cambiar", afirma.
Tras veinte años en la cárcel por varias condenas, ahora Andrés es voluntario de Solidarios para el Desarrollo en hospitales.