La tranquilidad, la naturaleza y la libertad son las principales virtudes que destacan aquellos que se han mudado de la capital al campo
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
¿Es mejor vivir en la ciudad o en un pueblo? Una pregunta sin respuesta fija. Hay quienes prefieren lo cosmopolita de la ciudad y hay quienes se decantan por la tranquilidad del campo. Lo que es indiscutible es que, la vida en el pueblo ofrece una envidiable serie de ventajas.
En la tarjeta la pregunta “¿Cuáles son las ventajas de vivir en un pueblo?”.
“No sé lo que hubiera contestado hace años, pero ahora mismo, para mí, todas”, afirma Carmen, que, entre las ventajas de vivir en un pueblo destaca que pueden ser mucho más libres, que el aire es más limpio y que pueden autogestionarse.
“Nuestra hija se tiró los tres primeros meses abriendo la puerta de casa y gritando ‘¡Soy libre!’”, recuerda entre risas.
La ausencia de estrés es otra de las virtudes que se suelen señalar sobre la vida en el pueblo. Mónica, que vive en un pequeño pueblo de Guadalajara, es una de las personas que alaba esta cualidad: “Cuando llegué notaba que la gente caminaba muy despacio. Pero es que ahora, cuando vengo a Madrid, me doy cuenta de que, los que andan deprisa son los de Madrid”.
Un cambio de ritmo en el día a día que permite llevar una vida más tranquila, sosegada y libre de muchas de las tensiones tan características del panorama urbano.
La cercanía entre los sitios es otra de las grandes ventajas. “De mi casa al trabajo tardo de 8 a 10 minutos. Si quiero no madrugo. A la hora de comer me puedo ir a casa con mi familia. Y si quiero, después de comer, me puedo ir al campo y estar allí un rato antes de ir al trabajo”, comenta Blanca, vecina de Colmenar de Arroyo, un pueblo de menos de 2.000 habitantes.
Espacio, paz y naturaleza son las tres características que ocupan el top de ventajas de vivir en un pueblo de Julio, exalcalde de Bartres. Espacio en el sentido de que, nada más salir de casa, puedes ver el horizonte, el cielo y las estrellas. Y paz y naturaleza por la calma y la pureza del ambiente.
La mejor calidad de vida es uno de los argumentos que más se suelen esgrimir. “La calidad del aire, la calidad del agua, la calidad de las relaciones humanas, la comida, el silencio, la naturaleza, lo que ves cuando miras por la ventana…”, han explicado Gonzalo y Aiana, que dejaron la capital para teletrabajar desde Madarcos.
“Respiramos aire puro y escuchamos el silencio”, añade Izaskun, que se trasladó al campo para poder llevar una vida más pausada. De hecho, en El Atazar, el “mayor ruido que podemos escuchar es el de los gallos o los perros”.
En palabras de José Carlos, agricultor de Villaconejos, en el pueblo “tenemos esa felicidad que coge la gente de la capital los fines de semana o durante las vacaciones cuando viene”. Una felicidad de la que ellos pueden disfrutar a diario.