“Drag queen sería la fantasía. El travesti llevado al extremo"
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
Samantha Hudson es “una mujer de la peluca a los pies”. Desde siempre le ha gustado la idea de ser la típica ama de casa de periferia americana que lleva a los hijos a kárate en un monovolumen de siete plazas y que va estupenda y divina.
Le contó su sueño a una amiga que, en cuanto la escuchó, le dijo: “si tú fueras esa mujer serías Samantha Hudson”. De ahí su nombre.
En la tarjeta la pregunta “¿Qué diferencias hay entre travesti y drag queen?”.
Tal y como comenta Didi Escorbart “Diossa”, “todavía no hay un consenso, incluso entre nosotras mismas”. Es por eso que es difícil encasillar y clasificar a alguien según estos conceptos.
Samantha opina que el término drag queen está más enfocado a un trabajo profesional, “a la creación de un alter ego, de un personaje que tú desarrollas y ejerces únicamente en un ámbito”.
“Ser drag queen es algo efímero. Nadie es drag las 24 horas del día, porque entonces no eres drag. Eres otra cosa, ni mejor ni peor, pero distinta”, explica “Diossa”.
“Drag queen sería la fantasía. El travesti llevado al extremo en el mejor sentido del espectáculo, del brillo, de la plataforma”, cuenta Deborah Ombres.
La Prohibida, por ejemplo, prefiere utilizar el término travesti, “pero que cada uno lo llame como quiera. Al final se trata de entendernos”.