Las personas con adicción al juego tienen un deseo incontrolable de jugar y de apostar y ese impulso les hace que no puedan dejar de hacerlo"
"Podía seguir haciendo mi vida cuando perdía la totalidad de mi dinero. Siempre que yo tuviera dinero y tiempo para jugar, tenía que jugar", nos cuenta Daniel, un joven de 27 años que empezó a realizar apuestas a los 18 en los salones de juego de su barrio.
Además, la subida de la adrenalina al ganar, provoca una emoción adictiva en las personas que sufren este trastorno.
"A mí jugar me provocaba un placer brutal que nunca he vuelto a encontrar", afirma Daniel.