Torres Blancas, que ni son torres (solo es una) ni son blancas, es uno de los rascacielos más singulares de Madrid. Diseñado por el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza y terminado de construir en 1969, esta torre de hormigón se eleva 81 metros bajo el cielo de Madrid.
Este edificio de viviendas que se construyó entre 1964 y 1969 es una de las estructuras de hormigón visto más complicadas e innovadoras de su época. Considerado por muchos como el mejor ejemplo del organicismo español y uno de los mayores logros de este estilo que pueden encontrarse en el mundo, su diseñó rompió con las convenciones típicas de la arquitectura residencial.
Situada a la entrada de Madrid por la A-2, el edificio se encuentra en la calle Corazón de María número 2, en la esquina con Avenida de América número 37. Originariamente el arquitecto proyectó dos torres, aunque finalmente solo se construyó una cuya fachada fue revestida en hormigón visto y no mezclado con polvo de mármol blanco como se pensó en un principio. De hecho, el nombre de Torres Blancas se debe a este propósito de mezclar el polvo de mármol blanco con hormigón.
La pretensión de Sáenz de Oiza al construir Torres Blancas fue la de crear un edificio de viviendas singular, de gran altura y que creciera orgánicamente como un árbol. El resultado fue una estructura recorrida verticalmente por escaleras, ascensores e instalaciones, como si fueran los vasos leñosos del árbol que unían las viviendas con el suelo. Además, la fachada está rodeada de miradores y terrazas curvas con núcleos de jardines y agrupadas como si fueran hojas de ramas, al estilo de Le Corbusier.
El edificio se compone de veintitrés plantas destinadas a viviendas y oficinas, más una planta adicional en lo alto del edificio, dos plantas de sótano y la planta de acceso. Además, posee una planta de servicios reservada a las instalaciones generales entre las plantas 21 y 22. Las dos últimas plantas albergan un restaurante y una piscina rodeada de una azotea con jardines.
El edificio de Torres Blancas fue la primera construcción en altura de Sáenz de Oiza y está considerada como la obra más lograda del arquitecto, que propuso una síntesis de racionalismo y organicismo capaz de modificar el debate arquitectónico de finales de los años 60. De hecho, el proyecto logró el premio de la Excelencia Europea en 1974.