La Denominación de Origen Vinos de Madrid nació oficialmente en 1990
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
¿Sabían que el cultivo de la vid en la Comunidad de Madrid se extiende por unas 16.000 hectáreas? Además, la mitad de ellas están integradas en la Denominación de Origen Vinos de Madrid. Y, por si fuera poco, este tipo de cultivo da trabajo a unos 3.000 viticultores.
Esta denominación nació, oficialmente, en 1990 y se reparte en cuatro subzonas: Arganda, Navalcarnero, San Martín de Valdeiglesias y El Molar.
La mayoría de su producción se centra en tintos jóvenes y rosados (subzona de Navalcarnero) y blancos, alguno de estos excelentes para crianza (especialmente los de la subzona de Arganda). Además, existen tintos de Crianza, algún espumoso y los característicos sobremadre.
Arganda
Situada en el sureste de la región, es la más extensa de las cuatro subzonas, con treinta municipios y veintiocho bodegas adscritas a la D.O. Vinos de Madrid. Es en estas tierras donde encontramos el 55,5 % de la superficie del viñedo (4.190 hectáreas) donde se elabora, aproximadamente, el 60 % de la producción anual. Tinto fino y malvar son las variedades de uva que se recogen en Arganda.
Por sus tierras fluyen los ríos Tajuña y Henares, lo que la convierten en un enclave natural perfecto para las aves. Por otra parte, la subzona de Arganda atesora uno de los más sobresalientes patrimonios culturales y artísticos de la Comunidad, entre los que destacan localidades históricas y de gran popularidad como Aranjuez o Chinchón.
Navalcarnero
Engloba los diecinueve municipios del área central sur de la Comunidad de Madrid, que acogen a cinco bodegas. La subzona de Navalcarnero supone aproximadamente el 22,5 % del viñedo inscrito (1.694 hectáreas), con el 15 % de la producción anual. Garnacha tinta y malvar son las variedades de uva típicas de Navalcarnero.
Esta zona está delimitada de norte a sur por el río Guadarrama y, en su extremo oeste, por el río Perales. Gran parte de su territorio pertenece al Parque Regional del Curso Medio Del Río Guadarrama, por lo que destaca el gran valor ecológico de algunos de sus lugares, conocidos por los amantes de aves.
San Martín de Valdeiglesias
La subzona de San Martín de Valdeiglesias, la más occidental de la región madrileña, abarca nueve términos municipales sobre los que se distribuyen las dieciocho bodegas inscritas en la D.O. Vinos de Madrid. Todas ellas agrupan el 22 % del viñedo inscrito (1.575 hectáreas) con el 25% de la producción total anual. Garnacha tinta y albillo real son las variedades de uva recogidas en San Martín de Valdeiglesias.
Localizada en la ribera del río Alberche, acoge lugares de enorme valor arquitectónico: de carácter político y civil, como el Castillo de Coracera; de carácter como religioso, como la Iglesia Parroquial de San Martín de Tours; y de carácter agropecuario, como antiguas fuentes y abrevaderos.
El Molar
Esta nueva subzona, la más joven de todas ellas (se inscribió en 2019 en la D.O. Vinos de Madrid), se caracteriza por las condiciones climatológicas, la altura y el terreno de granito y pizarra. Todo ello proporciona a la uva unas características especiales únicas. Garnacha tinta y malvar son las variedades de uva típicas de El Molar.
Ya en la Edad Media Temprana se pueden encontrar los primeros signos de la existencia de actividad vitivinícola en este lugar, concentrada en las Cuevas del Vino de El Molar. Las más antiguas, de origen árabe, datan de los siglos IX y X, aunque la primera constancia escrita de existencia de viñedo en San Agustín de Guadalix es del siglo XIII y del resto de municipios del siglo XIV.
Un vino con historia
A pesar de que la denominación de origen data de 1990, no se piensen que los vinos de Madrid nacieron hace tan solo treinta años. Su historia arrancó muy lejos, en época de los romanos. Aunque los documentos conocidos más antiguos que hacen referencia al vino madrileño datan del siglo XII. Cobró fama ya en los siglos XIV y XV y llegó al siglo XX con sesenta mil hectáreas cubiertas de viñedo.
Sin embargo, este crecimiento y su prometedora trayectoria se vieron truncados por la plaga de la filoxera de 1914, por el estallido de la Guerra Civil y, más tarde, por la industrialización.
La historia de lo que podríamos denominar el nuevo vino de Madrid no llegó hasta 1984, con el reconocimiento de la Denominación Específica Vinos de Madrid. Más tarde, en marzo de 1986, el Ministerio de Agricultura aprobó la Denominación Específica Vinos de Madrid. Y ya en noviembre de 1990 quedó reconocida oficialmente la Denominación de Origen Vinos de Madrid.