La comunidad colombiana tiene una cita este fin de semana en el pabellón de cristal de la Casa de Campo. Es la feria de servicios. Un evento para descubrir sus productos y hacer incluso papeleos.
Por supuesto, hay café. De Colombia. Y orgánico, por una buena causa. O dos. Mantenernos despiertos y dar trabajo a las mujeres rurales.
Aunque los expositores de más éxito son los de 14 constructoras agrupadas en su asociación. Los colombianos compran sobre plano, desde Madrid, un piso en su país.
Y nos soplan al oído que no hace falta ser colombiano para lanzarse al ladrillo caribeño.
Recorrer la feria es sumergirse brevemente en un ecosistema colombiano, pero tampoco integrista. Se ofertan emprendedores que no necesariamente acuden a la artesanía tradcional.
Son dos días de feria para reencontrarse con las raíces colombianas y, de paso, arreglar los papeles de la pensión o de Hacienda.