Cada año, unas 120.000 personas sufren un ictus en nuestro país, según los datos de la Sociedad Española de Neurología. A nivel mundial es la segunda causa más frecuente de muerte.
Se trata, siempre, de un problema agudo que como afirma en Fórmula Salud, Marta Ochoa neuróloga, profesora de la facultad de medicina de la universidad CEU San Pablo y jefa de servicio de neurología de HM Hospitales Madrid, “no se puede erradicar, pero sí disminuir.
El retraso en la llegada al hospital para recibir el tratamiento adecuado es uno de los factores que más negativamente influyen en el pronóstico de esta enfermedad”. El ictus puede causar la muerte, pero también secuelas que afectan a la movilidad, el lenguaje o la memoria de las personas afectadas.
La hipertensión es un factor de riesgo para sufrir un ictus. Algo que se puede modificar para evitar el infarto cerebral realizando una vida sana, practicar ejercicio físico o controlar el colesterol. “La rehabilitación física –añade la neuróloga Marta Ochoa— es clave para la recuperación funcional del paciente, pero debe ir en paralelo con la rehabilitación cognitiva”.