Muchas de las fiestas ilegales que se celebran en Madrid tienen lugar en el distrito Centro, el punto neurálgico de la capital y un lugar muy concurrido tanto por turistas como por los propios madrileños.
En esta zona de la ciudad viven unas 150.000 personas que se organizan en seis barrios: Sol, Universidad, Justicia, Cortes, Embajadores y Palacio. Y a todos estos habitantes hay que sumarles los miles de turistas diarios que recorren estas populares calles.
El centro, además, ha visto cómo han proliferado en los últimos años los pisos turísticos. Estos, más allá de ser viviendas en las que poder pasar unos días de vacaciones, se han convertido en un foco constante de fiestas.
Las fiestas que se organizan en estos pisos de alquiler turístico provocan un escándalo, especialmente por las noches, que afecta a la tranquilidad de las comunidades de vecinos. La comunidad ha visitado una de estas comunidades cuyos vecinos conviven con una vivienda turística y los problemas que genera.
Orden de cierre desde hace casi dos años
Ya desde fuera nos damos cuenta de que la convivencia en el edificio es tensa: la fachada está cubierta con carteles denunciando la ilegalidad del piso turístico. El portal, empapelado con también con estos carteles, no se queda atrás.
Jesús, el presidente de la comunidad, nos invita a entrar al edificio y a conocer cuál es el problema que tienen los vecinos desde hace casi dos años. “Presentamos una denuncia porque es una actividad ilegal. En 2019 llevamos una orden de cierre inmediato de la actividad, pero no la obedecen”.
¿Cómo es posible que el piso siga abierto a pesar de la orden de cierre? Para que este tipo de viviendas puedan operar, tienen que cumplir los requisitos de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Madrid. En este caso solo cumple con los de una de las dos competencias administrativas.
Problemas de insomnio y de ansiedad
La casa de Jesús está frente a la de la vivienda turística. “La parte que da al piso es la habitación de mi hija, que está pared con pared”. Y por si eso fuera poco, precisamente al otro lado está el salón, por lo que, “cuando hay juerga, mi hija ha tenido que irse a dormir al sofá”.
Y la familia de Jesús no es la única afectada. Francisco, que vive dos pisos más abajo, sufre ansiedad e insomnio debido a los ruidos de las fiestas. “Habitualmente es gente joven que bebe mucho. El escándalo empieza desde que entran al portal, subiendo, bajando, gritos…”.
Por su parte, Juanjo, el vecino que vive justo debajo del piso turístico, ha tenido que recurrir a pastillas para poder dormir. Además, nos cuenta que incluso una de las inquilinas le llegó a agredir cuando fue a pedirle que dejaran de hacer ruido.
Alguien quemó la puerta del piso turístico
Por su parte, Alicia, la propietaria del piso turístico, nos dice que ha recibido múltiples amenazas por parte de los vecinos, desde insultos a pintadas en la puerta. ¡Incluso llegaron a quemársela! ¿Cómo acabará este enfrentamiento entre ambas partes?