Dinosaurios y ballenas gigantes en el Museo Nacional de Ciencias Naturales
Este museo situado en el Paseo de la Castellana descubre al público la importancia de nuestro patrimonio natural
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
En el Palacio de las Artes y la Industria conviven en la actualidad dos importantes instituciones: la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid y el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Es en esta segunda en la que nos vamos a centrar.
El origen de este museo está en el Real Gabinete de Historia Natural que fundó el rey-alcalde Carlos III el 17 de octubre de 1771, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de Europa. Además, fue uno de los primeros Gabinetes de Historia Natural que abrió al público para fomentar la educación de los ciudadanos.
Desde su actual ubicación en el Paseo de la Castellana, el Museo Nacional de Ciencias Naturales continúa con la conciencia educativa con la que se fundó: gestiona y expone al público una importante colección de especímenes con el objetivo de promover un conocimiento más completo de la diversidad del mundo natural. Un conocimiento que se aplica a la conservación del medio ambiente y que se transmite a la comunidad para mejorar la percepción de la ciencia y de la riqueza de nuestro patrimonio natural.
A lo largo de su historia, en la que ha cambiado varias veces de nombre, el museo ha logrado reunir una gran cantidad de piezas. ¡Más de diez millones! Aunque debido a la falta de espacio solo se puede exhibir una pequeña parte.
Sus fondos iniciales consistían en las excelentes colecciones y la biblioteca personal de Pedro Franco Dávila, comerciante español natural de Guayaquil, que los cedió a la corona española. Esta colección contenía miles de piezas de muy diversa temática: minerales, algas, plantas, animales de todas clases, cálculos y piedras bezoares de origen fisiológico, utensilios y armas de diversas culturas y edades, objetos artísticos de porcelana, cristal y minerales preciosos de todos los continentes, bronces antiguos, esculturas, medallas y lápidas, cuadros de pintores célebres de varias escuelas y países, miniaturas, dibujos, acuarelas, esmaltes, etc.
Los fondos, propiedad de la corona, fueron aumentando gracias a compras y donaciones. No fue hasta 1984 cuando la institución se reestructuró como un museo moderno. Desde ese momento se realzaron sus colecciones, de gran valor histórico y científico, y el museo se dio a conocer al público a través de exposiciones permanentes, temporales e itinerantes.
En sus vitrinas se pueden observar cerca de cuatro millones de ejemplares, como insectos, moluscos, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos, fósiles, minerales y rocas. Sin olvidarnos de su enorme colección de meteoritos o del megaterio, el primer esqueleto de un gran mamífero fósil reconstruido y montado. Aunque las piezas que más destacan son la réplica de un esqueleto de diplodocus, un icono del museo desde hace cien años, y el esqueleto de la gigantesca ballena rorcual que nos observa desde las alturas del museo.
Por otro lado, su almacén también es visitable y nos permite conocer cómo se custodian y cuidan los ejemplares. Miles de cosas que ver y aprender en este museo.