La XXXII Cumbre Hispano-Portuguesa que se ha celebrado en Trujillo este jueves ha sido el escenario de un frío reencuentro público entre las vicepresidentas primera y segunda, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, tras la importante crisis que estalló en la coalición la semana pasada por la gestión de la reforma laboral.
Todo ello, a pesar de los esfuerzos de Moncloa por mostrar ante los medios de comunicación una imagen de normalidad y distensión entre ellas, por ejemplo, con la distribución de imágenes de un desplazamiento juntas por Trujillo, en el que, sin embargo, se podía comprobar como apenas han cruzado palabra.
Fuentes gubernamentales reconocen la distante relación que existe entre las vicepresidentas, si bien insisten en que eso no perjudicará a la coalición ni conllevará una ruptura entre socialistas y 'morados'.
Eso sí, el presidente Pedro Sánchez ha querido dejar claro, en la comparecencia que ha ofrecido tras las cumbre, que la coalición no se va a romper porque "todo el Gobierno" tiene el propósito de que la legislatura dure hasta 2023.
Eso sí, no se ha querido pronunciar en concreto sobre la disputa, más allá de reafirmar el compromiso del Gobierno por pactar la reforma laboral con sindicatos pero también con los empresarios.
Tras estallar el viernes la crisis interna al acusar Unidas Podemos a Calviño de "injerencias" en la reforma laboral --una negociación en manos de Díaz desde marzo--, las dos vicepresidentas se vieron en la reunión del Consejo de Ministros del martes pero no habían coincidido hasta ahora en ningún acto público.
Eso sí, Sánchez sí arropó a la vicepresidenta económica en un acto el lunes en su Ministerio, en lo que se interpretó como un claro gesto de respaldar a la ministra del ala socialista, frente a Díaz. De hecho, en esta disputa, el presidente no ha hablado directamente con la líder de Unidas Podemos, y la crisis se ha encauzado en otros niveles.
A este respecto, el PSOE y Unidas Podemos lograron finalmente cerrar el miércoles un acuerdo para mejorar la coordinación entre los diferentes Ministerios, que implica la entrada de Economía y Seguridad Social en las negociaciones que hasta ahora Díaz llevaba en exclusiva.
Con todo, los medios de comunicación han podido ser testigos en la cita de Trujillo de la frialdad que caracteriza la relación entre las dos vicepresidentas, y que confirman fuentes gubernamentales.
En la cita de este jueves en la localidad extremeña se ha podido ver a las dos vicepresidentas paseando juntas por Trujillo para desplazarse entre los diferentes escenarios de la cumbre y, después, se han sentado una al lado de la otra para escuchar la comparecencia de Sánchez, como marca el protocolo, por su rango.
No obstante, no se las ha visto en público conversando entre ellas, más allá de algún comentario que se han cruzado durante su desplazamiento al lugar donde ha tenido lugar la rueda de prensa del presidente junto a su homólogo portugués.
De lo que no han podido ser testigos en directo los medios de comunicación es de la llegada de las vicepresidentas a Trujillo y la espera previa que se ha producido hasta el saludo de Sánchez y el primer ministro luso Antonio Costa a las delegaciones, ya que ese momento se ha producido a puerta cerrada.
Para esa ocasión Moncloa ha diseñado un protocolo diferente, según el cuál la tradicional línea de saludo de los dos mandatarios a los integrantes de las dos delegaciones se producido ya después del recibimiento de Sánchez a Costa, en otro emplazamiento, a puerta cerrada, y con cobertura oficial. Moncloa ha distribuido después las imágenes.
En ese saludo posterior Sánchez sí ha tratado de darle a ambas el mismo trato y a las dos les ha hecho el mismo gesto, de agarrarles el brazo de forma afectuosa. Eso sí, la vicepresidenta segunda ha aprovechado para responderle con gesto de cariño, con una breve caricia en su mejilla.